lunes, 24 de octubre de 2011

Lunar de Avellaneda


Cruzando el río,
bajando por el puente,
en la esquina de la plaza,
casi al borde de las tres.

Un encuentro, una sonrisa,
una víspera de ayer,
qué difícil la poesía
si se busca enternecer.

Abrir los ojos y verla,
su sonrisa al despertar,
desayuno: beso y risa,
con caricias para untar.

Delimito con mis dedos
la geografía del deseo,
bordeando como sombra
cada línea de su cuerpo.

Y entrecruzando los sueños,
las piernas y las manos,
los susurros a lo oscuro,
y las ganas con los labios.

La textura de su aliento,
el latido de los dos,
el cabello hecho perfume,
el tacto, la habitación.

Su lunar es una estrella,
que indica la dirección,
en el medio de su pecho,
delante del corazón.