sábado, 17 de julio de 2010

Al frío y los recuerdos

A veces vuelvo a casa la mañana después,
y el invierno me conversa esperando el colectivo,
y a las pocas hojas que quedan en los árboles
las uno, imaginando constelaciónes amarillas, anaranjadas.
Y no tengo sueño, ni prisa, ni amores perros,
ni añoro el otoño, ni lo que alguna vez fuimos.

El agua que corre por el cordón de la vereda
parece más agitada que de costumbre,
como si temiera detenerse y congelarse.
Como si por esa misma calle que ya no ve tus pasos,
algo tuviera que romper la calma,
en el silencio del frío que impone tu ausencia.

La Luna se fue sin que la echen,
y el Sol no viene aunque lo llame.
Y le quito un cálido suspiro a tu recuerdo,
para dárselo al hielo doloroso de mis manos.
Jugueteto con la idea de tenerte, y olvidarte,
y detenerte y de nuevo olvidarme.

El amargo viento de Julio deja cortes en los labios,
donde la madrugada de Abril, exuberante,
bordó pasiones, encuentros, amaneceres.
Hoy hay ayeres, repletos de pasado,
y tu recuerdo se me presenta en forma de agua,
del hielo de mis manos, del cordón inquieto de tu calle,
de la lágrima que entibia mi mejilla.

sábado, 3 de julio de 2010

Ripios I

Encontré algunas cosas que había escrito hace mucho tiempo. Y siempre pensé que iba a ser difícil reconocerme en un texto, después de años, cuando a veces cuesta reconocerse hasta en una foto.
Pero al leer un par de cosas, y si bien hay mucha evolución, los rasgos siguen vigentes. Hay algo de lo que fui que no voy a perder, y a lo mejor, el día de mañana se transforme, pero va a seguir existiendo...
Acá dos poesías, que sirven de manto para tapar la falta de inspiración que dejan un par de sinsabores. Dice Lichis, un gran cantautor: "...derroché mis mejores ripios por no despertar solo otra mañana, y me di al primer corazón para el que no tuve palabras (...) cambiando versos por dentelladas..."
Sigo sorprendido de haber escrito esto de tan niño:

Lo que falta es lo que sobra

Si es amor, que sea el más fuerte,
Si hay silencios, que haya miradas.
Si te vas, que no sea muy lejos,
Si duele, que no sea adrede.

Si acaso por casualidad hay regreso,
Que me encuentres parecido,
Si hay certeza, que sea de aprendizaje.
Si hay mañana, que no sea tarde.

Si hay besos, que no falten caricias,
Si hay fracasos, que haya sonrisas.
Si hay soledad, que haya canciones.
Si hay espacios, que haya rincones.
___________________________________

La Mirada

Cada párpado es como la hoja de otoño que coloreada
Cubre la verde hierba de tu iris, tallado en el centro mismo de tu esencia.
Cada instante que recortás ese fino hilo de mirada
Se forman murallas, se pierde en la aurora del pensamiento tu presencia.
Ver tus ojos mantiene unidos mis tal veces, mis mañanas,
Si cortas ese hilo estrecho, aunque sea por un segundo, quedará solo tu ausencia.


viernes, 2 de julio de 2010

Lo individual a la deriva

Sábado 17 de abril de 2010


Querida Wendy:

No te culpo, creo que yo hubiera hecho lo mismo. Eso, o clausurar para siempre cada ventana, no vaya a ser que... Bueno, pero la cuestión es que llegó. Llegó y le dijiste que no encendiera la luz, que era tarde para vos, que se fuera y según cuentan los que cuentan, el niño que no conocía el miedo tembló por primera vez.

Quizás fue a buscarte por lo mismo que te escribo yo hoy, para contarte algo, para saber cómo estás, para que le des alguna luz de esperanza. Porque quizás este viendo lo mismo que yo... O a lo mejor, porque hace tiempo que no hay risas en Nunca Jamás.

Si, como lo lees, Nunca Jamás, antes paraíso, hoy está más vacío que él cuando te vino a buscar la primera vez, para que llenaras de risas la casa del árbol, para que fueras la madre de los niños perdidos... Vacío como el andén donde duerme la desesperanza de esos niños, esos a los que a nadie le interesa buscar.

Caíste varias veces Wendy, pero tarde o temprano aprendiste a volar (polvo de hadas de por medio). Pero los niños perdidos de ahora, ya no tienen a Campanita, no saben lo que es volar, ni tienen ventanas para que él los pase a buscar. El pegamento les pegó los pies al piso, y el ombligo se les pegó a la espalda.

Triste, doloroso, inerte, así se debe sentir ante eso, creo que por eso volvió por vos. Para recuperar algo de lo que fue. Hoy desde el cielo, sobrevolando entre nube y nube divisa a los niños perdidos en los semáforos, donde sobran las sirenas, y nunca faltan los Capitanes Garfio...

Sin embargo tengo algo que decirte. Hoy, si bien ya a esta hora podríamos decir que fue ayer. Pasó algo que puedo asegurarte cambió mi percepción, y quizás la de él también. La mañana se había despertado gris, cansina y húmeda. Un día normal quizás, pero había algo, algo que se empezaba a gestar por fuera de nuestra vista, que latía y que con el correr de las horas íbamos a descubrir.

Una escena tras otra, y los niños no dejaban de aparecer, algunos ya crecidos, maltratados por los años, o por la vida, aterrorizados por payasos, castigados por querer saber... Tic – tac – tic – tac – tic – tac... Te acordás, ¿no? Tranquila, el cocodrilo nunca apareció. El reloj pasó de largo, y uno tras otro los minutos se consumieron entre risas y llantos de esos niños.

Sin embargo, no todo está perdido, porque entre esos momentos donde veíamos nenes llorando, caprichosos, con sed de ser escuchados, allí, en ese espacio vimos también niños dando abrazos, protegiendo a otros niños, vimos caricias, juguetes, risas, juegos, marionetas... Y al final, cuando abrí los ojos miré alrededor y ya no encontré solo compañeros, no encontré personas desconocidas, encontré un grupo. Un grupo jugando a la mancha, corriendo y disfrutando como niños, niños que ya no estaban sufriendo.

Prendé la luz tranquila Wendy, todavía queda mucho por qué jugar.

Lolo =)

Embajador del País de Nunca Jamás