martes, 31 de julio de 2012

A la chica de Plaza Francia (en clave de jazz)

Después de tanto endulzarle el oído
a paredes embarradas de rouge,
no está de más probar un rato
que querer no se parezca al blues.

No me vendría nada mal (es cierto)
una pizca de vos en la biografía,
y tomarme vacaciones de princesas
de resaca de trasnoche arrepentida.

No te voy a mentir (demasiado)
de noches de soledades compartidas
tengo más recuerdo en cicatrices
que botones abrochados en la camisa.

Lo admito, no sos mi estilo,
sabés decir "gracias" y pedir perdón,
pero me surge la pregunta:
¿no será que serás vos?

No te fuiste por la puerta sin decir "chau",
ni me echaste a la calle en pleno invierno,
no me malentendiste el "te quiero"
ni me diste caricias con antojos pero "pero".

Me vendría bien una temporada
con vos y el pasto en Plaza Francia,
lejos de un futuro de mentira y purpurina,
en mi espejo que se empaña de inaudacia.

Cómo explicarte que me gusta el hielo
haciendo la vuelta carnero en tu boca
más que el iceberg que adornaba
los veranos en los vasos de mil Cocas.

Si tu hombro es algodones
después de tanto barco naufragado,
y me das cuando atracás con tu sonrisa
una fuga de este mundo mal rimado.

Esto es lo que te dejó mi pasado
para que hagas lo que puedas.
No tengo mucho que agregar,
ya habló el viento en tu pollera.


sábado, 28 de julio de 2012

Réquiem

A la memoria de una mujer que alguna vez amé, y que hoy es el segundo de los puntos suspensivos que separan la presente incertidumbre de lo cierto del recuerdo de un olvido.

Me Sabes

A gritos de carne en otras pieles,
a suspiros de olvido en otros aires,
a sangre, miel y saliva en los labios,
a sol, a madera, a tabaco quemado.

Me sabes, porque me conoces,
y me sabes, porque te he probado.

Tienes bajo el brillo de tus uñas
diez retazos rojos de mi espalda,
y bajo tus pies está el piso que sonríe,
al verte cruzar la habitación descalza.

Te veo, porque -aún- por hoy, existes,
y existes porque el ayer no te alcanza.

Te siento y haces sonar mis sienes
al grito impuro de tu voz callada,
le agregas una coma a mis desvelos,
y te apartas con un punto que se escapa.

Te entiendo, porque no te vivo,
y te vivo porque no te encuentro.

Luces como me gusta que luzcas,
cuando luces bajo luces apagadas,
y te enredas entre sueños el cabello,
y te sientas a fumar sobre la almohada.

Te escribo, porque no me escuchas,
porque solo escuchas cuando no te hablo.

A humedad de sótano y tugurio,
a balanza que se inclina hacia la nada,
a retórica de histeria y deshistorias,
a poesía en verso escrita y desechada.

Te sufro, porque no me lo merezco,
y te merezco, por la rima que deparas.