lunes, 21 de marzo de 2011

Domingo en la estación, por la tarde

Ambos se buscaban, aunque no lo sabían.
Los dos miraban las mismas estrellas,
la misma Luna llena,
y buscaban las mismas estrellas fugaces
en los mismos cielos las noches despejadas.

Ambos, elegían cuidadosamente
el primer cigarrillo del paquete,
pisaban en orden las mismas baldosas,
ponían los cubiertos del mismo lado,
y tomaban el mismo camino al volver del trabajo.

Ambos se perseguían,
como sombras de Luna nueva,
los dos se hipnotizaban mirando el techo,
o escuchando las gotas contra la ventana
cuando el tiempo les aguaba las salidas.

Ambos se encontraban, aunque no lo sabían.
Cuando se lavaban los dientes,
cuando se hallaban al revés en las cucharas,
cuando miraban vidrieras los días soleados
o pisaban charcos los días de lluvia.

Los dos tomaban los mismos trenes,
a veces se sentaban junto a la ventana
y se miraban fijamente,
mientras leían el nombre de la estación,
a veces se preguntaban quién era reflejo de quién.

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