miércoles, 21 de marzo de 2012

Otoño dos 1000 doce

Estaba por irme a dormir, eran pasadas las 5 y no había mucho que contar en la web, pero se me vinieron ganas de escribir. A sabiendas de que el último Marlboro se había ido en "Resumiendo" de Sabina, apelé a hacer uso de los L&M de mi padre, para qué te voy a mentir. Lo que sigue es fruto de cantar un rato al son de Calamaro, Sabina, Ismael, de un cigarrillo y diez minutos, espero sepan disculpar, pero el otoño se merecía una bienvenida, y yo tenía algo que contar... Por cierto, recordé la fecha en la tercera estrofa (esto de ser sincero se me va de las manos).

Cuatro estrofas a las cinco

Me prestaron un atado enflaquecido
y la mañana se olvidó de amanecer,
cinco y media y apurando un cigarrillo,
que me parte el corazón y el café express.

La noche se perdió hace medio rato,
y no queda un gato infame en la pared,
las botellas ya no giran en la mesa,
a esta hora el cruel mañana es buen ayer.

Me acerco a una canción desesperada
y los veinte de Neruda es un Andrés.
Me amanezco más de otoño que de hazaña,
y me visto más de preso que de juez.

Bienvenidos sean los besos que me faltan,
porque escriben estos versos de después.
Cuando no hay alguien que invite a media cama,
no es justicia irse a dormir sin padecer.


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