viernes, 2 de julio de 2010

Lo individual a la deriva

Sábado 17 de abril de 2010


Querida Wendy:

No te culpo, creo que yo hubiera hecho lo mismo. Eso, o clausurar para siempre cada ventana, no vaya a ser que... Bueno, pero la cuestión es que llegó. Llegó y le dijiste que no encendiera la luz, que era tarde para vos, que se fuera y según cuentan los que cuentan, el niño que no conocía el miedo tembló por primera vez.

Quizás fue a buscarte por lo mismo que te escribo yo hoy, para contarte algo, para saber cómo estás, para que le des alguna luz de esperanza. Porque quizás este viendo lo mismo que yo... O a lo mejor, porque hace tiempo que no hay risas en Nunca Jamás.

Si, como lo lees, Nunca Jamás, antes paraíso, hoy está más vacío que él cuando te vino a buscar la primera vez, para que llenaras de risas la casa del árbol, para que fueras la madre de los niños perdidos... Vacío como el andén donde duerme la desesperanza de esos niños, esos a los que a nadie le interesa buscar.

Caíste varias veces Wendy, pero tarde o temprano aprendiste a volar (polvo de hadas de por medio). Pero los niños perdidos de ahora, ya no tienen a Campanita, no saben lo que es volar, ni tienen ventanas para que él los pase a buscar. El pegamento les pegó los pies al piso, y el ombligo se les pegó a la espalda.

Triste, doloroso, inerte, así se debe sentir ante eso, creo que por eso volvió por vos. Para recuperar algo de lo que fue. Hoy desde el cielo, sobrevolando entre nube y nube divisa a los niños perdidos en los semáforos, donde sobran las sirenas, y nunca faltan los Capitanes Garfio...

Sin embargo tengo algo que decirte. Hoy, si bien ya a esta hora podríamos decir que fue ayer. Pasó algo que puedo asegurarte cambió mi percepción, y quizás la de él también. La mañana se había despertado gris, cansina y húmeda. Un día normal quizás, pero había algo, algo que se empezaba a gestar por fuera de nuestra vista, que latía y que con el correr de las horas íbamos a descubrir.

Una escena tras otra, y los niños no dejaban de aparecer, algunos ya crecidos, maltratados por los años, o por la vida, aterrorizados por payasos, castigados por querer saber... Tic – tac – tic – tac – tic – tac... Te acordás, ¿no? Tranquila, el cocodrilo nunca apareció. El reloj pasó de largo, y uno tras otro los minutos se consumieron entre risas y llantos de esos niños.

Sin embargo, no todo está perdido, porque entre esos momentos donde veíamos nenes llorando, caprichosos, con sed de ser escuchados, allí, en ese espacio vimos también niños dando abrazos, protegiendo a otros niños, vimos caricias, juguetes, risas, juegos, marionetas... Y al final, cuando abrí los ojos miré alrededor y ya no encontré solo compañeros, no encontré personas desconocidas, encontré un grupo. Un grupo jugando a la mancha, corriendo y disfrutando como niños, niños que ya no estaban sufriendo.

Prendé la luz tranquila Wendy, todavía queda mucho por qué jugar.

Lolo =)

Embajador del País de Nunca Jamás

3 comentarios:

  1. MUY INTERESANTE Y MUY LINDO, SEGUI ASI TAN TALENTOSO COMO LO SOS...

    ResponderEliminar
  2. "Si, como lo lees, Nunca Jamás, antes paraíso, hoy está más vacío que él cuando te vino a buscar la primera vez, para que llenaras de risas la casa del árbol, para que fueras la madre de los niños perdidos... Vacío como el andén donde duerme la desesperanza de esos niños, esos a los que a nadie le interesa buscar."


    Me gusto mucho todo, en especial la parte que cite arriba. Tenes una gran pulsion de poeta como decis, asique te felicito y en parte me identifico con vos.
    Ahora es muy tarde y madrugo, pero prometo seguir leyendo mañana las demas entradas con el detenimiento que merece porque veo que no tiene desperdicio=)

    Un gustazo, y excelente el blog.

    Besote=)


    PD: Soy Emi el novio de Valen por si no avivaste, jaja, en mi blog no va a figurar mi nombre =P

    ResponderEliminar