jueves, 24 de diciembre de 2009

Amor-es a primera vista

Camina, un paso detrás del otro y cada uno más pesado que el anterior, como si las lágrimas que un día llenaron sus ojos, hoy se convirtieran en grilletes que no lo dejan moverse, que lo tienen preso de un dolor que él no buscó.
Al acercarse siente como la angustia se apodera de su alma, y hace repaso de lo vivido, y de lo no vivido. De cada batalla perdida, de cada despedida...
Se arma de valor y da otro paso, mientras recuerda la primera vez que la vio. "¿Amores a primera vista?" solía decir, "si, amor-es a primera vista"... Y ésta no sería la excepción, a veces los ruidos del exterior no dejan que escuchemos el canto desenfrenado de ese pajarito encerrado en una jaula de costillas, pero eso no significa que el ritmo no esté ahí. Basta un segundo de atención para darse cuenta que algo cambió desde el instante anterior a ese cruce de miradas.
El mundo se detiene, o se derrumba, no se bien. Se paran los coches en la calle, los subtes se vacían, se desvanecen en las plazas los amantes furtivos, se apagan los televisores, se vacían las fuentes, se llenan de coraje los cobardes.
Se queda inmóvil y se acuerda de su perfil recortado por el brillo de una ventana, su pelo suelto haciendo eco del giro de su cabeza, el perfume estratégico de su cuello y muñecas que llenaba la habitación. Sus dedos, girando en ochos sobre una hoja de papel, sus manos inquietas escuchando el silencio y pensando en nada... Su hombro descubierto, dejando a la vista las constelaciones que forman sus pecas. Un bretel inquieto que se niega a quedarse en su sitio, y él, abstraído siguiendo su curso, como quien sigue una estrella para no perderse.
Y un paso más, esta vez un poco más rápido, y hace memoria de esa primera vez, cuando observaba aquel pie moviéndose una y otra vez inquieto bajo la silla... Supongo que estaba nerviosa, y por eso mordía la Bic de esa manera. Supongo que él estaba descubriendo algo que hasta ese día estaba oculto en algún lado, supongo que la percepción estaba de su lado esa semana. Quien sabe, quizás el destino tenía ganas de cambiarle la manera de pensar, o la manera de penar...
Días más claros alumbrarían los primeros momentos después de ese encuentro, y la cruel sensación de saberla ajena, lo destrozaría cada noche, uniendo con imaginación las manchas del techo de su habitación, recibiendo cada amanecer como un fracaso, como veinticuatro horas más que le quedaban por vivir sin ella. Como si la almohada que mordía con rabia tuviera el elixir del olvido, como si los kilómetros de vueltas en la cama lo hicieran llegar más cerca de esa mujer que lo desvela.
A él le duele quererla, y según me contaba, a ella le duele no quererlo, es "un buen partido" como dicen las abuelas. Él no lo ve así, y a pesar de tener mucha gente alrededor, se siente solo, porque descubrió que la soledad no es estar solo, soledad es no estar con quien, o donde, uno quisiera.
Y ya a un paso, detrás de ella, resuelve que lo mejor que puede hacer es callarse, es inundar de excusas este encuentro, es parecer menos tonto ante esta que hoy ya no le quita el sueño, porque ya no le queda mucho más para quitarle...
Podría ver el vaso medio lleno, y pensar todo lo que creció (o jugó a crecer) desde que esa primera mirada lo marcó para siempre; pero los vasos llenos de sueños, tarde o temprano se vacían... Será cuestión de disfrutar cada trago como si fuera el último.
Y él ya está detrás de ella, no aprendió todavía a llegar a tiempo, y ella impaciente se acomoda un poco el pelo, y se mira en una vidriera.
Su garganta tensa, su pecho adolorido, y por primera vez la incertidumbre, desterrando a esa certeza de fracaso. Con más miedo que ganas y tragando saliva: -¿Hace mucho que esperas?-

1 comentario:

  1. "La cruel sensación de saberla ajena (...) Como si la almohada que mordía con rabia tuviera el elixir del olvido, como si los kilómetros de vueltas en la cama lo hicieran llegar más cerca de esa mujer que lo desvela"

    Precioso!

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